El encajamiento del bebé nos indica que este está descendiendo, preparándose para el parto. Puede ocurrir desde las últimas semanas de gestación hasta el mismo día de dar a luz. Las madres suelen notarlo en un descenso de la barriga y una mejor respiración.
Cuando se va aproximando el momento de salir al mundo, el bebé baja hacia la cavidad pélvica de su madre. El momento en que su cabeza se coloca en el conducto pélvico es lo que conocemos como encajamiento. En los casos de parto de nalgas, la segunda posición más frecuente, esta es la parte del bebé que se coloca en el hueco de la pelvis.
Los médicos consideran que se ha producido el encajamiento cuando la parte más ancha de la cabeza del bebé ha pasado la parte superior de la pelvis. Es decir, cuando sólo dos quintas partes de su cabeza están por encima del hueso pélvico. Esto sucede en las semanas finales de gestación; no suele ocurrir antes de las semanas 32 o 33 o más tarde de la 37 o 38. No obstante, el bebé también puede descender el mismo día del parto.
Su encajamiento dependerá de factores como la forma de la pelvis de la madre, el tamaño del bebé, la movilidad de la madre…Si, por ejemplo, la madre no es primeriza, las paredes de su útero estarán más relajadas, lo que permite al bebé mayor movilidad, colocándose en muchas ocasiones el mismo día del parto.
Cuando el bebé se coloca, las madres suelen notar cómo la barriga “baja”. Este descenso provoca también que la madre sienta cómo se alivia la presión común durante el embarazo sobre el diafragma, haciendo más fácil respirar y comer. Por otro lado, al estar el bebé más abajo, la presión en la vejiga y la zona pélvica aumenta, lo que puede ocasionar punzadas, especialmente al estar de pie, dolor en la zona y necesidad de ir al baño más frecuentemente.
Etapa vital
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