Los seres humanos somos empáticos de manera innata pero este “saber ponerse en el lugar del otro” hay que fomentarlo desde la infancia para que los niños se desarrollen en torno a unos valores de convivencia y comprensión
Los seres humanos tenemos la capacidad de ponernos en el lugar de los otros y comprender sus sentimientos y emociones, es decir, somos empáticos por naturaleza. Pero aunque la empatía es algo con lo que se nace hasta cierto nivel, sí que puede fomentarse, desarrollarse o desaparecer según la educación o las circunstancias personales que se vivan durante la infancia.
La empatía es fundamental para asentar las bases de una convivencia sana. Si una persona no sabe entender los sentimientos ajenos o no tiene la capacidad de apoyar a los demás en situaciones difíciles, tristes, de frustración o miedo difícilmente conseguirá desarrollar una buena relación con el entorno que le rodea.
Transmitir empatía a los niños
Es importante que los padres sepan trasmitir a sus hijos esta capacidad de empatizar, de sufrir cuando alguien de su alrededor se siente mal o de saber prestar apoyo sin necesidad de que se lo pidan. Aunque los seres humanos somos así por naturaleza, los niños pequeños no se caracterizan por su comportamiento desinteresado, hasta cierta edad prima el egocentrismo que si no se controla puede permanecer en la edad adulta.
La mejor manera de fomentar la empatía entre los más pequeños es desde casa. Los padres deben saber valorar y apreciar que les pasa a sus hijos, así, cuando los niños asuman que lo normal es que las personan se preocupen unas por otras, ellos también empezarán a hacerlo. No debe faltar la comunicación entre la familia con frases como: “entiendo lo que estás pasando” o “es normal que estés disgustado”.
Leer cuentos o ver películas en la que los protagonistas lo pasan mal por cualquier circunstancia puede ser un buen motivo para conversar con los pequeños sobre lo que creen que están sintiendo los personajes.
Es importante que desde casa se fomente la independencia y autoestima de los menores. Los niños que crecen y son educados teniendo en cuenta su opinión, de mayores son más tolerantes y comprensivos hacia los demás.
Los niños deben relacionarse con otros niños de su edad para que aprendan a respetar las normas de convivencia, fomentar su sociabilidad y que empiecen a ser conscientes de las necesidades que tiene el resto. Por ejemplo: si se cuela para tirarse por el tobogán será necesario explicarle que el resto de compañeros se han puesto tristes porque no ha sabido respetar los turnos.
Hay que hacer comprender a los pequeños la repercusión que puede tener su comportamiento sobre los demás. Cuando los niños se den cuenta de las consecuencias de sus actos se convertirán en personas más responsables con el entorno que les rodea.
Etapa vital
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