A partir del año y medio puedes dárselas de aperitivo o formando parte de alguna receta, siempre que no tengan hueso. Sus beneficios son innegables: fuente insuperable de vitamina E y ácido linoleico y además, le divertirán y le harán sentirse súper mayor.
Una de las mejores cosas de las aceitunas es que es un aperitivo de calidad frente a la mayoría de los snacks habituales –altos en grasas saturadas, azúcares y conservantes–. Su gran virtud es la cantidad de vitamina E (3,17 mg por 100 gramos) que se puede encontrar en ellas. Aunque también contienen hierro y otras vitaminas en pequeñas cantidades: A y C. Unas vitaminas que durante todo el proceso de elaboración de las aceitunas no sufren prácticamente ninguna alteración.
Esta concentración de buenos nutrientes las hace perfectas para mantener las defensas, además de proteger a las células a la oxidación, etc.
Si te preocupa su concentración de sal, ten en cuenta que las negras suelen tener menos sodio y calorías, y mayor contenido en hierro que las verdes. Además, también las hay con bajo contenido en sal y si no las puedes dejar en remojo un rato antes de ser consumidas.
Son tan blanditas y fáciles de tomar que la única posibilidad de atragantamiento está en el hueso. Así que, hasta los tres años, dáselas deshuesadas o quítaselo tú misma. A partir de esa edad el niño ya tiene las habilidades necesarias para quitárselo solito, pero adviérteselo para que no se haga daño en los dientes.
Ten en cuenta que un adulto no debe consumir más de 7 aceitunas al día; así que, calcula el máximo de tu hijo si se las das a diario. Y una maña de mamá: están tan ricas, y suelen gustar tanto a los niños, que puedes aprovecharlas para introducir aquellos alimentos que sabes que le cuestan: alguna verdura dentro del agujerito, las texturas que más le cuesten... o usarlas como 'tropezones', para decorar y aderezar purés difíciles.
Etapa vital
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