El baño es un componente casi tan importante en el cuidado de la piel como la hidratación. En el caso de los bebés, además, conviene tener especial cuidado ante la sensibilidad de su piel. ¿Cómo podemos llevar a cabo una rutina de baño que respete su delicada piel?
De manera general, el pediatra suele recomendar realizar el baño del bebé de dos a tres veces a la semana o a diario, si es necesario. Por un lado, se trata de una rutina que fomenta el vínculo entre los padres y el pequeño, y que resultar calmante y relajante para él. Por otro, es un hábito que garantiza su bienestar físico.
De cara al cuidado de la piel del bebé durante el baño, una de las primeras cosas a tener en cuenta es la tolerancia de los productos de higiene que vayamos a usar. El objetivo es utilizar un producto que altere lo menos posible el pH natural de la piel del bebé y, por tanto, respete su delicada epidermis. Para esto, puedes recurrir a productos para pieles hipersensibles o con pH neutro, que sean hipoalergénicos, sin colorantes ni perfumes. También conviene fijarse en que los productos no lleven parabenos. Lo ideal es aplicar poca cantidad del producto y extenderla con las manos, centrándote en la zona del pañal y los pliegues.
En los casos de bebés con costra láctea o dermatitis seborreica en la cabeza, se recomienda aplicar unas gotas de aceite de bebé encima de la costra antes del baño y realizar un ligero masaje en círculos para facilitar que se desprenda. El agua del baño es otro aspecto a tener en cuenta. La temperatura debe ser tibia, alrededor de los 36º, y la duración del baño no debe ser superior a diez minutos.
Después de esta rutina de baño, quedan dos últimos pasos: secado e hidratación. Debes secar sin frotar, presionando suavemente y con atención en las zonas de pliegues, donde se suelen producir irritaciones. Además, rehidratar la piel -con crema o aceite- nada más acabar el baño es lo indicado para retener la humedad de la piel y prevenir su sequedad.
Etapa vital
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