Los niños enferman más a menudo que los adultos ya que su sistema inmunológico no está totalmente desarrollado. Además, es más habitual que su cuerpo reaccione con fiebre ante los virus extraños, por lo que deberás saber cómo atenderle cuando se encuentre enfermo.
Es importante que estés pendiente del estado de tu niño todos los días para detectar cuanto antes cualquier síntoma que te haga sospechar que ha contraído alguna enfermedad, como fiebre, tos, congestión nasal, vómitos, diarrea, dolor, irritabilidad, llanto sin motivo y continuado, etc.
Cuando esto pase, lo mejor es que acudas a tu pediatra para que le haga una revisión y te confirme si está enfermo o no y qué le pasa, así como para que te indique el tratamiento a seguir.
Mientras está convaleciente, es conveniente que sigas estos consejos:
- Vigila su temperatura cada cierto tiempo por si le sube la fiebre. Si es así, además de darle la medicación que te haya prescrito el médico, puedes darle baños de agua tibia y no le abrigues en exceso.
- Déjale dormir todo el tiempo que necesite, es su manera de recuperarse.
- Probablemente tenga menos apetito, no le fuerces a comer pero ofrécele líquidos más a menudo.
- Quizá te pida más el chupete; permíteselo.
- Si se encuentra mejor y quiere jugar, o incluso bajar un rato a pasear, déjale. No hace falta que se pase todo el día metido en la cama si no lo necesita. Deja que sea él quien marque un poco las pautas.
- Es recomendable que en casa lleve ropas cómodas, aunque no tiene por qué estar todo el día en pijama.
- Los baños, además de bajar la fiebre, despejan y hacen que uno se encuentre mejor; pero no le obligues a bañarse si no se encuentra muy bien.
- Asegúrate de que está recuperado antes de llevarle de nuevo a la guardería o el colegio, para evitar recaídas.
Fuente: Delgado Rubio, Dr. Alfonso; Pineda i Solàs, Dr. Valentì (2008), Manual de Puericultura de la Asociación Española de Pediatría, Grupo Editorial ICM.
Etapa vital
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