Se han terminado las largas vacaciones de verano y empieza un nuevo curso escolar. Hay que preparar los libros, las batas, el estuche con todo el material necesario, organizar los horarios y también las comidas. Y es que con la actual situación económica y la reducción de ayudas para comedor, algunas escuelas han autorizado el uso de fiambreras en el comedor escolar.
Hay que tener en cuenta que las altas temperaturas, en verano por el calor y en invierno por las calefacciones, favorecen el crecimiento de microorganismos. Es necesario pues extremar las precauciones en el transporte de alimentos para evitar posibles intoxicaciones alimentarias.
Se necesitan recipientes herméticos y bolsas isotérmicas (que mantienen la temperatura) adecuadas para transportar la comida sin romper la cadena del frío y que además permitan la separación de alimentos crudos y alimentos ya cocinados.
La mayoría de bacterias que pueden causar enfermedades se multiplican de forma rápida a temperatura ambiente, mientras que temperaturas de refrigeración frenan su crecimiento y con temperaturas superiores a 65ºC mueren. Por este motivo, hay que evitar dejar los alimentos cocinados más de 2 horas a temperatura ambiente y es necesario al recalentar la comida aplicar una temperatura y un tiempo suficientes para que se superen los 65ºC en el centro del producto.
La mejor opción es cocinar con antelación, puede ser el día anterior, y refrigerar el alimento lo más rápido posible en la nevera de casa. Al día siguiente transportarlo en frío con un termo o bolsa isotérmica hasta la escuela, guardarlo en la nevera de la escuela y recalentarlo antes de comer.
Es importante recordar a los niños que guarden enseguida sus fiambreras al llegar al colegio y explicar que no se pueden dejar al lado de un radiador o en el patio a pleno sol.
En la escuela debe haber un espacio para conservar adecuadamente esa comida y calentarla cuando llegue el momento.
Etapa vital
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