La independencia es una de las cualidades más importantes en el proceso de crecimiento de un niño, y una de las más útiles para que aprendan recursos que utilizarán en el futuro. Fomentarla desde que son pequeños no les aportará más que beneficios.
La independencia es una de las cualidades de nuestro hijo que supone la puerta a muchas otras: seguridad y confianza en sí mismo, asertividad, recursos, curiosidad, pensamiento crítico… Es una habilidad que todos los niños pueden desarrollar y que todo lo que requiere son oportunidades necesarias para que vaya aprendiendo su capacidad de valerse por sí mismo.
Puede que, cuando corres por la mañana para conseguir que se vista, desayune y llegue a tiempo al colegio, te sea más fácil desvestir y vestir a tu hijo tú mismo/a, pero debes intentar que lo haga por sí solo. Hacer cosas por alguien que es capaz de hacerlas manda el mensaje de que no confiamos en sus habilidades o no les vemos capaces y fomenta el conformismo de no cambiar esa situación y seguir dejando que otros hagan cosas por él.
Desde los dos años, los pequeños empiezan a ser conscientes de su autonomía y a ponerla a prueba. Para empezar a trabajar su independencia desde el principio, puedes enfocarte en pequeñas tareas adecuadas a su edad e ir aumentando a partir de ahí.
Cuando aún es pequeño, puedes empezar preguntándole qué tareas se ve capaz de hacer. Atarse los zapatos, peinarse, echarse la leche en su taza del desayuno… Esto ayudará a que se muestre más predispuesto a hacerlas por sí mismo. Además, puedes hacer una pequeña lista de tareas y colgarla en su cuarto, como: “Levantarme de la cama, ir al baño, quitarme el pijama”. Tenerlo de manera explícita y clara ayudará a que lo vea como un deber que tiene.
Cuando vaya siendo algo mayor, puedes darle pequeñas tareas con las que incentivar su independencia: mandarle a por el pan, a tirar la basura o incluso a comprar algunas cosas al supermercado fortalecerá su responsabilidad y le irá enseñando recursos para enfrentarse al día a día. También puedes darle una pequeña paga semanal o mensual para que vaya aprendiendo a administrar por sí mismo el dinero.
Etapa vital
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