¿Mi hijo es tímido?

  • 28 de Julio del 2015
  • 4 min de lectura

La timidez infantil en un grado demasiado alto puede ser un problema que interfiera en las actividades escolares y futuras aptitudes sociales de los niños. Con apoyo y el cariño de los padres y apoyo psicológico el problema puede controlarse de manera muy eficaz y a tiempo.

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A algunos niños les cuesta más relacionarse con los demás, hacer amigos o muestran ansiedad ante la posibilidad de tener que hacer actividades en grupo. La timidez es un rasgo de la personalidad en parte heredado y en parte adquirido que no aparece como tal hasta aproximadamente los dos años, momento en que los niños empiezan a ser conscientes de que su comportamiento puede ser evaluado por los demás. Que la gente pueda reírse de ellos, pueda darse cuenta de sus errores o valore sus acciones es lo que desemboca en la timidez y en la dificultad para entablar relaciones con los desconocidos.

¿Mi hijo es tímido?

La timidez no debe entenderse como un rasgo de la personalidad que está presente o no, sino que dependiendo de la etapa de la vida o situación personal puede haber un aumento o disminución de esta timidez. Cuando este rasgo pasa de lo socialmente aceptado a interferir en la vida o actividades cotidianas del niño hay que actuar para que no afecte a su futuro.

A veces no es tan fácil reconocer si los niños son tímidos o está pasando por un periodo de ansiedad en que les está costando más relacionarse con los demás, como puede ser cambiar de casa o de colegio. Ante ciertos cambios cotidianos, es normal que a los niños les cuesta más integrarse pero suele ser un proceso bastante rápido que culmina cuando han conseguido adaptarse.

En cambio, un niño presenta rasgos de timidez cuando de manera generalizada tiene miedo ante situaciones que impliquen interactuar con otras personas, cuando prefiere estar solo antes que hacer actividades en grupo, cuando se sonroja con facilidad o cuando está muy callado o retraído en presencia de otras personas.

Puede haber una basa genética que predispone a ser más o menos tímido pero la mayoría de las veces se trata de un rasgo adquirido en función de las conductas que ven o por una determinada situación que están viviendo. Lo bueno es que igual que lo han aprendido, pueden mejorarlo y conforme vayan creciendo empezar a relacionarse mejor. Pero en cualquier caso, la timidez patológica debe tratarse cuanto antes para evitar que interfiera en su ámbito social o escolar.

Los castigos demasiados severos, ridiculizar o reírse del pequeño, una excesiva sobreprotección, el estrés de los padres o la poca sociabilidad de su familia pueden ser algunos de los aspecto que interferirán de manera negativa en la conducta del niño. También pueden afectar factores puntuales como la muerte de un familiar o una enfermedad, frecuentes discusiones, problemas económicos o laborales en casa, etc.

¿Cómo pueden ayudar los padres?

Si la conducta del niño es excesiva, se mantiene en el tiempo y no cambia dependiendo de las situaciones, el apoyo por parte de un psicólogo infantil puede ayudar, pero antes los padres pueden seguir una serie de pautas para ayudar al pequeño que en muchos casos son suficientes:

• La comprensión y el cariño para que sienta el apoyo familiar es el primer y más básico punto inicial. No hay que regañarle o ridiculizarle por ser tímido, esto solo acrecentará sus sentimientos de inseguridad.

• La sobreprotección no ayuda al niño a vencer la situación. Si evitamos que se sociabilice por miedo a que se sienta mal, solo conseguiremos alargarlo y acrecentarlo. Hay que dejarle desenvolverse aunque al principio le cueste.

• No hay que forzarle a hacer cosas que no quiere (saludar a todo el mundo o hablar delante de mucha gente) ni apuntarle a actividades que no le gusten. Es importante motivarle a hacer cosas nuevas pero siempre escuchando sus preferencias.

• Es importante reconocer sus méritos, por pequeños que sean los avances, y minimizar sus fracasos para motivarle a seguir mejorando.

• Nunca hay que compararle con otros niños, es una mala idea que solo propiciará que se sienta peor, más inseguro y decepcionado consigo mismo por no saber hacer sentir orgullosos a sus padres.

• Los niños suelen imitar la conducta de los padres así que estos deben ser su mejor ejemplo. Si los padres son sociables y saben desenvolverse con naturalidad en presencia de otras personas, los hijos seguramente sigan su ejemplo.

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• Conforme el pequeño vaya mejorando, hay que ofrecerle más oportunidades para relacionarse. Algunas opciones son las actividades extraescolares, ir al parque, quedar con otras familias que tengan hijos de su edad o invitar a algunos de sus mejores amigos del cole a casa.

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