Las convulsiones febriles son aparatosas, pero no son graves.
¿En qué consisten?
Son convulsiones que se acompañan de fiebre y que no tienen ninguna causa aparente. Son contracciones de los músculos que se producen de manera descompasada y descoordinada, y provocan movimientos de extensión y flexión de brazos y piernas, a la vez que el tronco está rígido.
¿Por qué se producen?
Son la respuesta del cerebro a la fiebre en niños sanos.
La razón es muy simple: la fiebre altera la función que tiene el cerebro de organizar y coordinar los músculos, que quedan descompasados. Después de las convulsiones el cerebro vuelve a la total normalidad, como si nada hubiera pasado.
Son propias de niños pequeños, especialmente se producen entre los 6 meses y los 5 años.
Pueden aparecer una vez o varias al día. Puede ser que el niño las sufra varias veces.
Suelen ser muy espectaculares, y casi en todos los casos de corta duración: uno o pocos minutos. Después de estas convulsiones, el niño recupera el aspecto totalmente normal y necesita dormir y descansar.
¿Qué hacer?
Sobre todo, mantén la calma. Mejor tumbar al niño de un lado, de este modo respirará mejor.
Acude con tu hijo al centro de salud u hospital más cercano.
No impidas sus movimientos ni metas los dedos en su boca. Puedes estar tranquilo, no se tragará la lengua.
Las convulsiones febriles simples no dejan secuelas, ni son señal de que el niño vaya a sufrir epilepsia. En la mayoría de los casos no necesitan ningún tratamiento especial, será el pediatra quien lo valorará.
Fuente:
Casado Juan. El gran libro de la pediatría. La guía básica con las soluciones a todos los problemas de salud infantil. Barcelona: Planeta; 2010
Asociación Española de Pediatría: En familia. Disponible en:
Etapa vital
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