De forma tradicional se ha dicho que la madre lactante debe eliminar de su dieta alimentos como espárragos, coles, cebolla, ajo, etc. ya que contienen sustancias volátiles o aceites esenciales que le aportan a la leche aromas y sabores amargos que puede que al bebé no le gusten. Sin embargo, su eliminación de la dieta materna no siempre está recomendada, pues las variaciones de sabor de la leche ayudarán a que el bebé tolere mejor los nuevos sabores en un futuro.
Además hay que tener en cuenta que esto no ocurre con los mismos alimentos en todos los bebés. Por ello no es necesario eliminar de la dieta todos aquellos alimentos que hayas oído o leído que cambian el sabor o aroma de la leche, sino que debes basarte en tu propia experiencia y observar cuándo tu bebé pone muecas de desagrado o toma menos leche, para que busques una alternativa o reduzcas la cantidad de esos alimentos que sospechas que a tu bebé no le gustan.
Investigaciones realizadas en la Universidad de Copenhague han observado que compuestos presentes en distintos alimentos como el regaliz, el plátano, o la menta pasan a la leche aportándole sabor y que éste se mantienen en la leche hasta 8 horas después de su consumo, período en el que es muy probable que el bebé realice una o varias tomas y pueda notar estas variaciones.
Estos cambios de sabor de la leche materna no debemos considerarlos como un aspecto negativo, sino que resultan muy interesantes para el bebé pues favorecen que se acostumbren a diferentes sabores desde edades tempranas, facilitando la aceptación de los nuevos alimentos cuando comiences con el proceso de diversificación alimentaria en tu bebé y ayudando a que en un futuro siga una dieta más variada y equilibrada.
Por estas razones, es importante que realices una dieta en la que estén presentes todos los grupos de alimentos y reduzcas únicamente la cantidad de aquéllos que a tu bebé no le gusten. De esta forma cuidarás tu salud y favorecerás la de tu hijo en un futuro.
Etapa vital
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