Comer sin prisas

  • 4 de Agosto del 2015
  • 2 min de lectura

Actualmente vivimos con prisas y parece que llegamos tarde a todas partes. Nos despertamos con el tiempo justo, desayunamos rápido y corriendo o ni lo hacemos, comemos en unos pocos minutos… Y esta prisa se la transmitimos a nuestros hijos. Pero comer demasiado deprisa contribuye al incremento de la obesidad, reduce la absorción de algunos nutrientes y provoca malestar y problemas digestivos.

Una de las sensaciones más frecuentes en la sociedad de nuestros días es que llegamos tarde a donde quiera que vayamos. Este ritmo frenético que llevamos se ha contagiado a los más pequeños de la casa, que además de cumplir con un horario escolar también están sujetos al reloj debido a las actividades extraescolares, los deberes, etc.

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El problema es que estas prisas las hemos transmitido al momento de la comida, y no hay peor enemigo de la buena alimentación que el apresuramiento. Comer deprisa crea problemas digestivos derivados de la mala masticación y de la ingestión de gases al “engullir” los alimentos en lugar de tragarlos. Este hecho es más grave en el caso de los niños pequeños ya que su sistema digestivo aún no ha terminado de madurar.

Asimismo, la velocidad al comer propicia la aparición del sobrepeso y la obesidad ya que la sensación de saciedad viene marcada por una señal del cerebro y la secreción de leptina, una de las hormonas que regulan el apetito y, en consecuencia, la ingesta de alimentos. Este proceso que se inicia cuando empezamos a comer no es inmediato, lleva un tiempo de unos 30 minutos aproximadamente. Si tardamos menos en comer, cuando llegue la señal de que ya estamos llenos habremos ingerido muchas más cantidad de alimentos de la necesaria.

Además, . Si los niveles de esta hormona son muy superiores a lo necesario, el hambre volverá con fuerza al cabo de poco tiempo, lo que hará que comamos aunque no nos haga falta.

Consejos para comer más despacio

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• Si en vez de un único plato más abundante, comemos tres (primero, segundo y postre), tardaremos más tiempo en acabar la comida.
• También el desayuno y la merienda deben hacerse sentados y no durar menos de 15 minutos.
• Se recomienda masticar unas 20 veces cada bocado.
Beber agua durante la comida ayuda a hacer pausas, incrementa la sensación de saciedad y mejora la digestión.
Corta los alimentos en trozos más pequeños para masticar y tragar mejor.
Come siempre sentado, y mejor si es en familia.
• Si ves que tus hijos comen con ansiedad, enséñales a dejar los cubiertos entre un bocado y otro. Esta pauta obliga a comer más tranquilamente y masticar mejor.

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