Entre el esófago y el estómago se encuentra en esfínter esofágico inferior, músculo anular con que se abre y cierra el orificio que separa ambos órganos y que permite el paso de los alimentos desde el esófago al estómago, pero no en sentido contrario.
Debido a la inmadurez de dicho esfínter, en algunos bebés, y preferentemente entre el primero y sexto mes de vida, la coordinación de su apertura y cierre no se produce correctamente, permitiendo en mayor o menor medida el paso del contenido del estómago al esófago.
Es lo que se conoce como reflujo gastro-esofágico (RGE), o regurgitación.
Coloquialmente las mamás se refieren a esta situación con una frase que de alguna forma define lo más característico del proceso: “mi niño echa mucha leche”.
Hay que distinguir entre la regurgitación y el vómito. En este último caso hay un componente muscular, siendo una expulsión brusca y forzada, mientras que en el reflujo sale espontáneamente, sin esfuerzo y sin molestias.
El RGE es un proceso muy frecuente en la infancia, más de la mitad de los lactantes lo presentan, y la mayor parte de las veces se soluciona solo con el paso del tiempo, conforme el sistema digestivo del niño y la funcionalidad del esfínter van madurando. Una vez que madura el esfínter y cierra correctamente, impide el paso de los alimentos hacia fuera.
Algunos de los síntomas que pueden indicar que un niño tiene RGE son los siguientes:
- Echar mucha cantidad de leche
- No ganar peso adecuadamente
- Llorar con frecuencia, sin una causa clara
- Estar muy irritable
- Tener problemas respiratorios recurrentes como por ejemplo tos, o dar sensación de ahogo
- Rechazar el biberón...
Ante la duda, es conveniente llevar el bebé al pediatra para que sea un profesional sanitario quien valore estos síntomas y tome las medidas correspondientes como pueden ser, medidas posturales, fórmulas AR o incluso, en situaciones muy contadas, optar si se precisa por un tratamiento farmacológico.
Etapa vital
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