La capacidad de sobreponerse a las adversidades o desafíos es una enseñanza que servirá a tu hijo durante toda su vida para tener una relación más sana consigo mismo y con su entorno.
La resiliencia es la capacidad de resistir y recobrarse ante situaciones desfavorables y difíciles. Es una cualidad que podemos incentivar o fortalecer como padres en nuestros hijos para proporcionarle una aptitud inigualable para enfrentarse a la vida.
Esta resistencia y optimismo psicológico y emocional se puede enfocar desde múltiples perspectivas: potenciar la seguridad en sí mismos de tus hijos, su generosidad y empatía, enseñarles unos principios firmes, centrarnos en su capacidad de superación y competencia…Siempre con el mismo objetivo: potenciar su capacidad de no depender de su entorno, sino de su propia fuerza y voluntad.
Vamos a ver algunos consejos sobre cómo puedes enseñar resiliencia a tus hijos:
- Independencia. Da a tu hijo espacio para iniciar acciones y probarlas. Aunque a priori no le creas capaz.
- Conexión con su entorno. Incentiva su generosidad y empatía con acciones como alentarle a servir la comida para todos, compartir sus juguetes o donar periódicamente ropa y juegos a organizaciones.
- Paciencia y autocontrol. No intentes entretenerle siempre. Deja que aprenda a esperar (la comida, el destino del viaje…)
- En lugar de preguntar por qué, pregunta cómo. Cuando haga algo mal, pregúntale cómo va a arreglarlo o cómo va a actuar ahora, en lugar de por qué lo ha hecho. Le enseñarás a desarrollar herramientas para problemas que surgen y a solucionar sus propios errores.
- Enséñale y repítele frases como “Siempre parece imposible hasta que se hace” o “Si te caes siete veces, levántate ocho” para despertar en él la actitud de superación.
- No acudas a su rescate de inmediato. Intenta que busque alguna manera de resolver el conflicto que sea (vestirse, conseguir un columpio en el parque…). Si lo ves oportuno, dale algún consejo sobre cómo puede intentar solucionarlo la próxima.
- Incentiva nuevas experiencias que le permitan salir de vez en cuando de su zona de confort. Apúntale a un campamento, introduce nuevas comidas y sabores, llévale a jugar con niños que no hablen su lengua…
- Valora el esfuerzo, no el resultado. Premia con experiencias si ves que se afana y trabaja en algo, aun cuando no consiga el objetivo que se consideraba.
- Déjale ser dueño de sus emociones. No las coartes y habla con él sobre cómo se ha sentido y cómo puede responder a eso.
Etapa vital
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