Los niños pequeños no saben controlar sus emociones ni expresarlas de manera racional, por lo que si están muy enfadados o muy alegres, pueden recurrir a pegar a los demás, aunque no siempre lo hacen por hacer daño.
A partir de los 18 meses los niños comienzan a desarrollar su autonomía y su independencia. Comienzan a verse a sí mismos como una persona única y eso hace que entren en una etapa un poco conflictiva ya que quieren hacer las cosas por sí mismos (aunque no sean capaces), lo quieren todo al momento y se frustran cuando no consiguen algo.
Asimismo, todavía no saben hablar ni expresarse bien, por lo que su única manera de mostrar sus emociones (muy intensas a esta edad) es mediante gritos, llantos, pataleteas y golpes, lo que incluye pegar a otros niños o incluso a sus padres.
Aunque es una etapa normal por la que pasan casi todos los niños, no hay que permitirles que peguen a los demás, hay que enseñarles desde pequeños que ese es un comportamiento inaceptable.
- Si está enfadado y su respuesta es pegar, pregúntale lo primero por qué se ha enfadado para después enseñarle a buscar una solución alternativa.
- Debes hacerle ver que se consigue mucho más siendo amable y pidiendo las cosas por favor que mediante golpes.
- Explícale que las manos sirven para abrazar, construir cosas y jugar, pero no para pegar a los demás.
- Nunca debes pegarle como respuesta. Es un tanto hipócrita decirle que no se pega mientras se pega, además de inadmisible. Aunque solo le des un cachete en el culo flojo, el niño entenderá que pegar es válido a veces, y la idea que queremos que aprenda es justo lo contrario: no se pega nunca.
- Si no para de pegar, apártale un rato y déjale reflexionando y aburrido mientras ve cómo los demás niños juegan. Pronto entenderá que es más divertido portarse bien.
En definitiva, ten paciencia y marca unos límites para que el niño vaya aprendiendo a comportarse bien con los demás. Pronto dejará de pegar.
Fuente:
- Domènech, Montse (2015), Edúcame bien, Barcelona, Ed. Plaza & Janés.
Etapa vital
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