El embarazo no está libre de los cambios emocionales provocados por las hormonas. El aumento de los niveles de hormonas como la progesterona o los estrógenos pueden tener una influencia directa en el estado de ánimo.
El inicio del embarazo está marcado por dos hormonas concretas: progesterona y estrógenos. Con la fecundación, implantación y crecimiento del embrión, el sistema de la mujer emite mayores cantidades de estas dos hormonas para iniciar la adaptación del cuerpo a su nueva condición de gestante.
No cabe duda de que las hormonas juegan un papel clave. Se encargan, por ejemplo, de acondicionar la capa interior del útero (el endometrio) para facilitar la implantación del embrión, de mantener las condiciones óptimas en el útero para el desarrollo del bebé o de mantener una buena circulación sanguínea de madre e hijo.
Pero las hormonas también tienen otros efectos secundarios. Especialmente en el terreno emocional y cerebral, que pueden resultar algo molestos. Se ha demostrado que existe una relación entre los niveles hormonales y los neurotransmisores cerebrales. Uno de estos neurotransmisores es la serotonina, una sustancia relacionada con el estado de ánimo. De ahí que las mujeres embarazadas se sientan a veces más emocionales de lo normal o que tengan más despistes que cuando no estaban gestando a su bebé.
No todo el mundo se ve afectado de la misma manera por los cambios hormonales. Hay mujeres que son más sensibles al aumento de ciertas hormonas que otras. En cualquier caso, es importante señalar que se trata de molestias, olvidos y cambios de humor temporales. Muchas veces aliviados a partir del primer trimestre. Dormir y descansar todo lo que se pueda, ser abierta con las necesidades que se tengan y rodearte de una red de apoyo son las tres vías para sobrellevar estos cambios durante el embarazo.
Etapa vital
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