Para lograr que nuestros hijos nos obedezcan, tarea nada sencilla, se puede castigar en negativo o aplicar el refuerzo positivo, que muchos educadores consideran más eficaz. ¿En qué consiste exactamente?
Los expertos apuestan por recompensar al niño cuando se porte bien y castigarle solo cuando sea necesario ya que, si bien el castigo es eficaz, deja de serlo si se convierte en algo habitual.
El castigo negativo tiene como objetivo que el niño asocie su mal comportamiento a un efecto desagradable (quitarle los dibujos o prohibirle bajar al parque) y aumentar la distancia entre el niño y el mal comportamiento, por ejemplo ignorándole cuando hace algo mal.
Por supuesto, el castigo nunca deberá ser físico y hay que adaptarlo a su edad y al mal comportamiento, tanto el tipo de castigo como la duración.
Por otra parte, el refuerzo positivo consiste en elogiar o alabar al niño cuando se porte bien y ofrecerle una recompensa, que no tiene por qué se algo material, un abrazo, un beso, elegir el cuento o decirle algo bonito puede ser suficiente. De hecho, el refuerzo positivo se puede convertir en algo negativo si cada vez que el niño hace algo bueno le compramos algo, ya que acabará pensando que es nuestra obligación comprarle unas chuches o un juguete nuevo a cambio de su buen comportamiento.
El pequeño tiene que entender que portarse bien es su obligación, lo cual no quita que se le pueda elogiar si ha hecho algo que no le apetecía sin rechistar o si ha recogido rápido su habitación.
Está demostrado que el refuerzo positivo funciona mejor que el castigo en muchos casos ya que muchos de los malos comportamientos de los niños están motivados por la falta de atención. Los niños buscan la aprobación y el cariño de sus padres, si solo obtienen tu interés cuando se portan mal, recurrirán a ese tipo de comportamientos. Mientras que si los ignoras cuando hacen algo mal y los recompensas cuando lo hacen bien, aprenderán que es mejor para ellos comportarse adecuadamente y cumplir las normas.
Etapa vital
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