Continuando con el tema tratado en blog anteriores sobre la composición nutricional de los tarritos infantiles y los purés caseros y su perfil nutricional, cabe destacar que el contenido de grasa de un tarrito depende del tipo de carne (y del tipo de pieza cárnica) y/o pescado así como de los aceites empleados en su elaboración (aceite de oliva y/o aceites de semillas). Los valores suelen estar entorno al 2-5%, sin observarse grandes diferencias entre los purés caseros y los tarritos comerciales. Carnes más magras y pescados blancos aportan menos grasas y por tanto menos calorías, por ejemplo. En general, los tarritos comerciales presentan un perfil equilibrado con aporte de ácidos grasos monoinsaturados, saturados y poliinsaturados.
Por otro lado, el tipo de verduras también determina el aporte de fibra del tarrito. Por ejemplo, los tarritos de pollo con verduras (judías verdes, guisantes, tomates) suelen ser los que más fibra contienen en comparación con otros, junto con los elaborados a partir de frutas.
Donde realmente se ha encontrado alguna diferencia entre tarritos comerciales y purés caseros es el contenido de los hidratos de carbono, donde los hechos en casa suelen presentar un mayor contenido. Esto es debido a que durante los procesos de esterilización a los que se someten los tarritos comerciales suele disminuir la concentración de estos nutrientes.
Otro ingrediente importante a la hora de evaluar el perfil nutricional de un puré o tarrito es el contenido en sodio (sal). Éste proviene de los ingredientes, indudablemente, pero también del sazonado para mejorar su sabor. Y efectivamente, entre el tarrito comercial y el puré casero existen diferencias.
Los tarritos con pollo, ternera y ciertos vegetales como el apio son los que aportan más sodio al producto final. En el caso de los purés caseros, hay que recordar que no es necesario añadir sal a los mismos ya que la sal no se recomienda para los lactantes menores de 1 año (puedes consultar sobre este tema en nuestro post Mejor sin azúcar y sin sal.
La conclusión de todo esto es que podemos estar tranquilos ofreciendo tarritos a nuestros hijos cuando no podamos darle un puré casero pues ambos presentan perfil nutricional bastante similar y adecuado, dentro de las recomendaciones pediátricas actuales. Además, los tarritos comerciales mantienen una composición homogénea y controlada durante todo el proceso de su elaboración.
¿Has leído ya nuestros anteriores post sobre los tarritos?. A qué esperas: Tarritos infantiles (I) y Tarritos infantiles (II).
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