Perder la paciencia con nuestros hijos es algo casi inevitable que nos ocurre, al menos, una vez al día. Y, en situaciones como la actual, resulta aún más fácil perder los nervios.
Los niños no entienden de prisas ni de horarios y lo hacen todo a su ritmo, lo que puede llegar a desesperarnos, sobre todo cuando vamos con el tiempo justo para llegar a todo lo que queremos.
Para los niños; los relojes, los horarios, las prisas y los agobios no existen. Por lo tanto, no entienden nuestros gritos cuando les exigimos que acaben pronto de desayunar o les decimos que no pueden interrumpirnos continuamente aunque estemos en casa con ellos. Y la culpa no es suya, por lo que debemos aprender a ser más pacientes con ellos.
En el día a día es normal ir a mil por hora. Queremos aprovechar el día y hacer una lista infinita de actividades desde que nos levantamos a las 7 de la mañana (o antes) hasta que conseguimos acostarnos por la noche. Y en nuestra carrera diaria arrastramos con nosotros a nuestros hijos, cuyos ritmos no se corresponden para nada con los nuestros.
A los niños les gusta jugar, entretenerse, pararse a contemplar un bicho o hacernos mil preguntas interminables. Todo esto puede hacer que acabemos perdiendo la paciencia y les gritemos, lo cual es muy probable que los pobres no entiendan. Por eso, tenemos que intentar aprender a tener más paciencia:
- Es importante que le expliques las normas y límites que rigen vuestro día a día para que comprenda que, si tarda más de 30 minutos en desayunar, es normal que te enfades o que, si deja las zapatillas todos los días en la puerta de casa, tendrá a cambio una regañina. Así, podrá entender algunos de tus enfados.
- Si quieres que tu hijo sea paciente de mayor, debes enseñarle con el ejemplo, por lo que es importante que te conciencies de ser más paciente.
- Un truco que suele funcionar es pararse, respirar hondo y contar hasta 10. Así tendrás tiempo de darte cuenta de lo que ibas a hacer antes de hacerlo y evitarás algunos gritos.
- Intenta ponerte en la piel de tu hijo y ver el mundo como lo ve él.
- Las rutinas diarias ayudan a que los niños sepan lo que hay que hacer en cada momento, colaborando así a que todo salga a la primera.
Etapa vital
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