En torno a los 6 meses de vida, las necesidades de proteínas y hierro del bebé aumentan y la leche, papillas de cereales y frutas, no resultan suficientes para cubrirlas. Es el momento de introducir la carne en la alimentación de tu hijo, una fuente rica de proteínas de alta calidad, con aminoácidos esenciales que el organismo no puede sintetizar; además de aportar cantidades importantes de hierro, zinc y vitaminas del grupo B. Pero… ¿qué tipo de carne? y ¿cómo introducirla?
La introducción de la carne en la dieta del bebé debe ser progresiva, comenzando por añadir pollo a los purés de verduraspor ser una de las carnes menos alergénicas y de fácil digestión, combinándolo después con el pavo o el conejo por su bajo contenido graso y su elevado aporte de hierro. Posteriormente se puede añadir también ternera a los purés y por último cordero o cerdo. El jamón cocido o de pavo podrá introducirse a partir de los 9-10 meses, dejando las carnes grasas y vísceras para más adelante.
En cuanto a la cantidad y modo de preparación, al principio será suficiente con añadir 20-25 gramos de carnes magras, eliminando la grasa visible y la piel de las aves, y añadirla hervida o a la plancha al puré de verduras. Posteriormente se podrá preparar también asada, frita o rebozada (cuando ya se haya introducido el huevo), de forma picada o en pequeños trozos y aumentando la cantidad progresivamente.
Un consejo: la carne de una alita o muslo pequeño será suficiente y si lo cocinas a la plancha le dará al puré un toque más sabroso que la pechuga hervida.
Estudios recientes han relacionado un consumo excesivo de proteínas durante las primeras etapas de la vida con un mayor riesgo de obesidad en la edad adulta. Por esta razón, es importante respetar la cantidad de carne que en cada edad se recomienda que consuman los bebés y niños, porque darles mayor cantidad no siempre representa una ventaja nutricional.
Etapa vital
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