¿Fritos si o fritos no?

Pescadito frito, huevo frito, croquetas, calamares a la romana, pollo rebozado, libritos de lomo, patatas fritas…¡qué rico está todo! A los niños les encanta comer alimentos fritos, están muy sabrosos, pero a menudo nos preguntamos si es bueno para la salud y con qué frecuencia pueden comerlos.

La fritura es un método de cocción que añade grasa al alimento que vamos a freír, parte del aceite utilizado pasa al alimento, y por lo tanto aumenta su contenido también en calorías. Este aporte energético “extra” es aceptable siempre que sea en cantidades adecuadas, no muy frecuente y dentro de una alimentación sana y variada.

Deberíamos procurar que los fritos no estén presentes más de 2-3 veces por semana siempre y cuando no se trate de un niño con sobrepeso u obesidad, entonces se debe optar por otras cocciones más ligeras. Y en cualquier caso hay que procurar no mezclar preparaciones de carne con un contenido en grasa considerable (salchichas, hamburguesas, butifarra, etc.) con guarniciones fritas.

A la hora de freír es muy importante que la fritura sea de calidad. El aceite más adecuado para freír es el de oliva, por su composición es más saludable que otros aceites vegetales y además aguanta mejor las altas temperaturas. El aceite de girasol alto oleico tiene una composición parecida al aceite de oliva y aguanta más el calor que el aceite de girasol normal, se usa bastante para freír.

Lo que se debe evitar siempre que sea posible es mezclar distintos tipos de aceite con mantequilla o margarina porque cada uno tiene su punto de fusión. Hay que evitar que el aceite humee, utilizar siempre que sea posible una freidora con termostato para evitar temperaturas demasiado altas, y reutilizar poco los aceites, como máximo cuatro veces.

Algunos trucos que te pueden ayudar cuando prepares alimentos fritos son: seca bien los alimentos antes de freírlos, asegúrate que quedan bien sumergidos en el aceite y utiliza papel absorbente tras la fritura para empapar el exceso de grasa.