Tal vez has observado que en el parque tu hijo evita el tobogán y otros juegos y prefiere quedarse siempre jugando con la arena. Será que tiene miedo…. Los motivos pueden ser diversos: tal vez el mal recuerdo de una caída anterior o un susto, o quizás su propio carácter le lleva a tener un exceso de prudencia. No te preocupes, es normal.
¿Qué puedes hacer para ayudarle?
En primer lugar, debemos respetarle sus miedos, no hay que reírse de ellos ni hacerle pensar que nos parecen tonterías.
Siempre que vayáis al parque ofrécele subir a las atracciones desenfadadamente. Tienes dos opciones: puedes unirte a su juego, subir con él, cogiéndolo y jugando juntos, de este modo se distraerá y se irá olvidando de su miedo. Puedes también quedarte en la retaguardia, que vea que lo vigilas, mientras que él solito se enfrenta a las dificultades. Si el problema está en los columpios y le dan miedo, puede montarse sin columpiarse, hasta que coja confianza.
Si consigues que se suba a las atracciones solo un par de veces y regresa rápidamente a su juego de cubo y pala no te preocupes y relájate en el banco, viendo como juega, irá atreviéndose poco a poco a lanzarse.
Es importante potenciar en el niño la confianza en sí mismo, ayudándole, pero no solucionándole el problema: por ejemplo, si le cuesta subir al tobogán, será mejor cogerlo de la mano y que suba él solito; que subirlo al vuelo hasta el último peldaño, así irá cogiendo confianza y perdiendo el miedo. Intenta no sobreprotegerlo y no dar mayor importancia a los rasguños y caídas tan normales en el parque.
Ten paciencia, poco a poco irá cogiendo gusto por este tipo de juegos. Debemos recordar que hay niños, y en general personas, más temerarios y amantes del riesgo; mientras que otros prefieren la calma y seguir haciendo castillos en la arena.
Fuente:
Murkoff H, Mazel S. Qué se puede esperar el segundo año. Barcelona: Planeta; 2016
Etapa vital
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