Los niños pasan etapas de manías con las comidas que normalmente terminan superando. Es cuestión de tiempo y de mucha paciencia. No debes desesperarte ni obligarle a comer algo que no quiere: es contraproducente. Lo mejor es introducirle los alimentos poco a poco y esperar a que él mismo se anime a probar cosas nuevas.
¿Tu hijo quiere tomar continuamente la misma comida (macarrones, arroz con tomate, salchichas...) y se niega a probar los nuevos alimentos que le preparas? Ese temor a lo desconocido (neofobia gustativa cuando se aplica al campo de los alimentos) es común en los niños pequeños, que por lo general son tercos e inflexibles y se niegan a conocer otros sabores y texturas. No tires la toalla tan pronto y dales otra oportunidad.
Para saber si algo les gusta o no, hay que ofrecérselo, a menos, entre 8 y 10 veces, pero siempre por las buenas. Cuando se trata de comida, las preferencias cambian con el tiempo, eso significa que tu pequeño hoy acepta un alimento que antes siempre rechazaba. Es normal. No suele durar demasiado, no perjudica su salud y suelen terminar cansados de comer siempre lo mismo, por lo que al final se animan a probar cosas nuevas.
¿Cómo debes actuar ante esta actitud negativa?
- Primero, ¡ten mucha paciencia!
- No puedes obligarle a comer algo que no quiere porque de lo contrario, verá la hora de la comida como un auténtico suplicio y también lo será para ti.
- Los nuevos alimentos deben probarlos poco a poco y en pequeñas cantidades. Así se irá acostumbrando a lo novedoso.
- Evita no darle de comer entre horas, para que haga hambre.
- Acostúmbrale a comer de todo (leche y derivados lácteos; frutas y verduras; cereales, proteínas…) para que su dieta sea equilibrada y sana. Solo tienes que conocer sus preferencias e intentar presentarles los platos de manera atractiva.
- Añade a su plato preferido una pizca de algo que no haya probado o que no le guste. Así, sin darse cuenta se irá acostumbrando a su sabor y textura.
- Comer en familia, con la tele apagada y charlando de temas agradables es una costumbre estupenda, pero más todavía cuando los niños no son buenos comedores, porque les anima a probar lo que están tomando los demás.
Etapa vital
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