La percepción del “niño gordito y comilón” ha cambiado con el tiempo. Cuándo antes el niño que comía de todo y grandes platos se consideraba sano, fuerte y la alegría de toda la familia, en la actualidad es causa de preocupación, por el aumento importante del número de niños con sobrepeso ya en la etapa infantil.
Si el bebé se encuentra dentro de los percentiles adecuados para su edad no debemos preocuparnos sino al contrario disfrutar de que no rechaza ningún alimento y que disfrute si rebañamos sus platos.
Eso sí, los niños que son insaciables corren el riesgo de padecer sobrepeso a largo plazo, ya que al tener una bajo control de la saciedad suelen percibir el alimento como una fuente de satisfacción primaria.
En ocasiones, y sobre todo si los propios padres damos una excesiva importancia a la comida y trasladamos estas emociones al bebé, es posible que nuestro hijo no se acabe los platos porque tenga hambre o le guste la comida sino para recibir nuestra aprobación y nuestro cariño. Esto debemos evitarlo en la medida de lo posible.
¿Qué podemos hacer si nuestro hijo padece un apetito insaciable?
Podemos ofrecerle la fruta al principio de la comida y de manera general presentarle la comida en trocitos pequeños para que vaya comiendo más despacio ya que con los triturados el niño acaba antes el plato y no contribuye a poner en marcha los mecanismos de saciedad. En general no hay comer deprisa porque sino tendemos a comer más cantidad.
También es vital establecer buenos hábitos en la mesa como son el sentarse correctamente, emplear los cubiertos (si ya puede por sí solo), seguir unos horarios… así como evitar los tentempiés a deshoras. En este sentido las leches de crecimiento como es el caso de las diferentes variedades de Blemil plus 3 crecimiento son una buena alternativa ya que ayudan a un reparto equilibrado de las comidas y evitan el consumo de otros alimentos menos recomendables como la bollería, repostería, snacks…
Si llegara a ser necesario, y siempre bajo supervisión del pediatra, podríamos plantearnos el reducir la cantidad de comida que ofrecemos al bebé.
Otro caso es el de las situaciones especiales y las alteraciones de la salud, como es el caso del Síndrome de Prader Willi (SPW), una alteración genética que afecta entre otras cosas a la regulación del apetito a nivel cerebral. En estos casos, los individuos no pueden controlar su compulsión por comer, y debe ser un especialista quien controle la alimentación del niño e informe a los padres de las pautas a seguir.
Etapa vital
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