La glándula tiroidea es la encargada de fabricar ciertas hormonas esenciales para el correcto funcionamiento del organismo, en concreto, la tiroxina (T4) y la triyodotironina (T3). Si la tiroides produce mucha cantidad o poca de alguna de estas hormonas puede provocar enfermedades como el hipotiroidismo o el hipertiroidismo, que afectan negativamente a la fertilidad y el embarazo si no se controlan.
¿Qué es la glándula tiroidea?
La tiroides es una glándula situada justo debajo de la nuez de Adán, junto al cartílago tiroides, sobre la tráquea (es decir, en la parte delantera del cuello), encargada de la producción de hormonas, especialmente tiroxina (T4) y triyodotironina (T3). Estas hormonas tienen efectos sobre casi todos los tejidos del organismo. Aumentan la termogénesis, que es la capacidad del cuerpo de generar calor, son necesarias para la síntesis de muchas proteínas; de ahí que sean esenciales en las etapas de desarrollo y crecimiento y para la formación de órganos y tejidos tan importantes como el sistema nervioso central. También influyen sobre el metabolismo de los hidratos de carbono y de los lípidos.
Además, encontramos la hormona estimulante de la tiroides (TSH), que actúa sobre todos los procesos que controlan la síntesis y liberación de las hormonas tiroideas. De manera que cuando la tiroides fabrica demasiada o muy poca cantidad de tiroxina (T4), da lugar a dos enfermedades principalmente: hipertiroidismo e hipotiroidismo.
La primera se caracteriza por pérdida de peso, nerviosismo, sensación de calor, disminución del flujo menstrual, engrandecimiento de la glándula tiroidea, problemas en la visión, etc.
Mientras que la segunda produce aumento de peso sin explicación, fatiga y cansancio, sensación de frío, periodos menstruales “más fuertes”, pérdidas de memoria, dolor muscular, pérdida de cabello, piel seca, etc.
¿Cómo afectan estas enfermedades a la fertilidad y el embarazo?
Los problemas de tiroides son bastante habituales en mujeres. En muchos casos ya se conocen, y se tratan, antes del embarazo. Otras veces se descubren a raíz de los primeros análisis de sangre de la gestación.
Estas enfermedades afectan a la fertilidad ya que suelen provocar menstruaciones irregulares o incluso pueden hacer que esta desaparezca.
Y, una vez logrado el embarazo, si el desorden hormonal es leve o moderado, no tiene por qué haber complicaciones.
De todas formas, como puede llegar a ser grave, es importante realizarse un análisis hormonal antes de buscar un embarazo o, si no, al menos en las primeras semanas del mismo para buscar un tratamiento lo antes posible. Con un tratamiento adecuado, ni el bebé ni la madre corren ningún peligro y la gestación podrá llevarse a cabo sin problemas.
Si ya se conocía la enfermedad antes del embarazo, se debe continuar con ella. Si se descubre en las primeras semanas del mismo, el endocrino mandará el tratamiento más adecuado y hará controles rutinarios cada 4 semanas más o menos para comprobar que la hormona alterada esté dentro de los rangos considerados normales para un embarazo sano.
Así que no te angusties si es tu caso, simplemente toma la medicación que te hayan prescrito y todo saldrá perfecto.
Etapa vital
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