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Esta primera semana de vida del bebé será muy intensa: llegar a casa con un recién nacido es una experiencia increíble, así que coge aire… ¡Y prepárate para unos días en los que cada día será una nueva sorpresa!
¿Cómo crece tu bebé?
Durante esta semana, todos los esfuerzos por crecer de tu bebé irán orientados en una sola dirección: ganar peso. No obstante, durante la primera semana del bebé notarás que, en realidad, adelgaza: es normal: ¡no te preocupes! En los primeros días, un bebé puede llegar a perder hasta el 10 % del peso que tenía al nacer, ya que está eliminando un exceso de líquidos del embarazo. Poco a poco irá recuperando y, alrededor de la segunda semana, probablemente ya pesará lo mismo que al nacer.
Ya te habrás dado cuenta que, después del parto, la pregunta típica es cuánto mide y qué ha pesado el recién nacido, ¿verdad? Esta información es muy importante incluso para los pediatras, porque ayuda a saber si el bebé tiene un tamaño adecuado. Ahora bien: ¿cuál es el tamaño normal de un bebé al nacer? No hay una única respuesta para esta pregunta: dependerá de muchos factores, desde cuestiones genéticas hasta los hábitos que hayas seguido durante el embarazo.
El peso ideal de un recién nacido
Como medida estándar, los pediatras consideran que un bebé tiene un peso normal si se sitúa entre los 2,5 y los 4 kg al nacer. Existen unos valores de referencia, conocidos como percentiles, que sirven para comparar el tamaño y el peso del bebé y relacionarlo con los estándares ideales para su edad: tu pediatra utilizará estas tablas para determinar si tu bebé ha nacido con un buen desarrollo. Y, si quieres, ¡también lo puedes calcular tú misma en nuestra web!
Esta información es muy importante porque un peso inferior a 2,5 kg puede indicar que es necesario realizar un seguimiento más exhaustivo para evitar posibles riesgos en su crecimiento y maduración; además, un peso demasiado bajo puede propiciar que el pequeño o pequeña desarrolle enfermedades o infecciones durante los días posteriores al nacimiento. Por supuesto, esto depende de cada niño y niña por lo que, antes de alarmarnos, consultaremos siempre a nuestro pediatra: los estándares son una información útil, pero cada bebé se desarrolla a su propio ritmo.
Habilidades y desarrollo
En esta primera semana de vida tu bebé aprenderá a poner en marcha todos los mecanismos necesarios para sobrevivir fuera del útero: controlar la respiración, empezar a digerir y desarrollar su propia flora intestinal, aprender a succionar, desarrollar el olfato y el sentido del tacto…
Es muy probable que detectes algunos momentos en los que parece que tu bebé ha dejado de respirar: esto sucede, y no debe preocuparte. Los bebés recién nacidos tienen episodios de apnea que se solapan con una respiración irregular: ¡no te asustes! Solo tienes que vigilar que estos episodios van disminuyendo y que la respiración va adquiriendo un patrón más regular con el paso de los días.
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Tu bebé puede empezar a focalizar la vista sobre objetos o personas que se encuentren a unos 40 centímetros, es decir, a la distancia aproximada a la que está tu rostro mientras le das el pecho.
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Puede sonreír en algún momento entre la primera y la décima semana de vida. Se trata de una sonrisa reflejo muy diferente a la sonrisa social, que se produce como respuesta a otra cosa (como oírte cantar, por ejemplo).
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Su cuerpo se mueve de forma similar. Si observas que mueve más un lado del cuerpo que el otro deberías consultar al pediatra para descartar que a tu bebé le duela algo o tenga alguna lesión inadvertida.
Un día cualquiera...
Mientras se acostumbra a su nueva vida fuera del útero, tu bebé recién nacido pasará muchísimas horas al día durmiendo: entre 16 y 18 diarias. En estos primeros días no tendrá un patrón establecido de sueño, así que es probable que sientas que te pasas el día cambiándole el pañal y dándole el pecho de forma un tanto caótica. Es perfectamente normal: ¡relájate y disfruta del momento! A medida que pasen los días, podréis empezar a establecer una rutina más definida.
Aunque tu bebé duerma muchas horas, procura vigilar que vaya despertándose para comer y que tenga ciertos momentos de actividad. Si lo notas muy aletargado o detectas algún síntoma anormal, como por ejemplo la presencia de fiebre o una temperatura más elevada de lo habitual, consulta con tu pediatra.
Dentro de tu kit de herramientas básicas, necesitarás:
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Una almohada para dar el pecho.
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Un monitor para escuchar a tu bebé cuando no estés con él o ella.
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Un canapé o moisés.
Cuidados básicos
Esta primera semana es muy intensa: vivirás primeros momentos con tu bebé en todos los sentidos, y toca aprender a hacer rápido algunas cosas. Es lógico que en algún momento te sientas un poco abrumada, pero no te preocupes: a todo el mundo le sucede. En estos días, una de las cosas que deberás aprender es cuándo y cómo ayudar a tu bebé a sacar el aire eructando, para evitar malestar y acumulación de gases en su tripita.
Es muy probable que cada persona que os visite te dé un consejo diferente, pero lo cierto es que cada bebé es un mundo y nadie mejor que tú sabrá lo que necesita. Para algunos bebés es bueno sacar el aire durante la toma; otros regurgitan y es mejor esperar a que acaben. Si le estás dando el pecho quizá ni siquiera llegue a eructar porque, a diferencia de los bebés que toman biberón, no traga tanto aire. Escucha a tu instinto, observa las señales de tu bebé y ve haciendo pruebas hasta que encontréis una rutina en la que los dos estéis a gusto.
Los pañales y tu bebé
Si hay algo con lo que cogerás práctica rápidamente es con el cambio de pañal: los bebés recién nacidos pueden llegar a orinar hasta 20 veces al día y defecar una media de 4, así que si al principio te da un poco de apuro, no te preocupes: ¡enseguida lo harás casi con los ojos cerrados! Los primeros dos o tres días tu bebé expulsará una sustancia viscosa cuyo color oscila entre el verde oscuro y el negro: se trata del meconio, una mezcla de varios elementos que se acumulan en el intestino durante el embarazo y el parto. A partir del tercer día verás que las cacas de tu bebé van evolucionando hacia un tono más amarillento y su textura se vuelve más grumosa.
Una pregunta muy común con el primer bebé es cada cuánto cambiar el pañal. No hay una respuesta única, pero piensa que cuanto menos tiempo esté en contacto la piel del recién nacido con la orina o con las heces menor será el riesgo de infecciones, dermatitis, etcétera.
Lo mejor es que elijas determinados momentos clave en los que cambiar a tu bebé de pañal de forma más o menos sistemática. Una buena ocasión puede ser justo después de las tomas, ya que la mayoría de bebés suelen orinar durante la succión.
El primer baño
En esta primera semana del bebé llega también el momento del primer baño. A la gran mayoría de bebés les encanta el agua, así que mantener una rutina de baño diaria es perfecto para relajar al bebé y crear un ambiente óptimo antes de dormir. No obstante, te recomendamos que el baño no sea lo primero que hagáis al llegar a casa. Notarás que la piel de tu bebé está cubierta por una sustancia blanquecina y un tanto pegajosa: esta sustancia, denominada vérnix caseosa, está formada por grasa, proteínas y agua y sirve para proteger la delicada piel del bebé durante la gestación.
Tras el parto le ayuda a mantener su temperatura constante y le protege de posibles infecciones. Durante los primeros días de vida esta sustancia se irá reabsorbiendo poco a poco, así que aunque tengas la tentación de bañar a tu pequeño, ¡no lo hagas! La vérnix también evita que el roce con la ropa o con el pañal le provoque heridas o irritaciones. Poco a poco verás cómo desaparece y, en unos días, podrás empezar a bañar al recién nacido.
En estos primeros días, te recomendamos que utilices una bañera que no cubra totalmente al bebé: mantén seco su abdomen y ayudarás a que el cordón umbilical se seque más rápidamente y caiga antes.
Hasta hace no mucho tiempo se recomendaba limpiar el cordón con antiséptico o alcohol, pero los estudios más recientes demuestran que esto no solo no reduce la probabilidad de tener una infección, sino que además retrasa la caída del cordón. Así que, en este caso, lo mejor que puedes hacer por tu bebé es ¡nada! Limítate a darle baños con una esponja y mantén esa zona lo más seca posible.
La primera visita al pediatra
La primera visita al pediatra suele demorarse hasta los 15 días desde el nacimiento, pero te recomendamos que la realices durante la primera semana de vida de tu bebé.
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Podréis comprobar si tu bebé está recuperando el peso que perdió después de nacer. A veces las mamás tienen problemas para establecer la lactancia por varios motivos: el bebé no sabe agarrar el pezón correctamente, la leche no sube… Una visita al pediatra puede detectar esto rápidamente y ofrecerte soluciones que no solo mejoren el estado nutricional de tu hijo, sino que eviten problemas para ti como la mastitis o las grietas en el pecho.
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Cuanto antes vayáis al pediatra, antes se podrá hacer la segunda prueba del talón, que permite al especialista descartar algunas enfermedades raras o, si fuera el caso, establecer cuanto antes un tratamiento eficaz.
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El pediatra podrá continuar con el seguimiento del perímetro craneal. Al nacer, los huesos del cráneo no están cerrados todavía: es importante controlar que se desarrollen correctamente para evitar lesiones. Del mismo modo, una cabeza demasiado pequeña o demasiado grande puede indicarnos diferentes alteraciones que deben detectarse lo antes posible.
Alimentación
Puede que durante el primer o segundo día de vida tu bebé parezca tener mucho más interés en dormir que en comer. Esto es normal, ya que el parto también es agotador para el bebé: déjale descansar y asegúrate de que come lo suficiente; las deposiciones te servirán como guía para detectar si está bastante hidratado o hidratada; como norma general, tanto si demanda comer como si no deberías darle una toma cada 3 o 4 horas. Aun así cada bebé es un mundo, así que déjate guiar un poco por tu instinto durante las primeras 24 horas.
Las primeras tomas serán de calostro: es una sustancia mucho más espesa que la leche y que contiene una enorme cantidad de nutrientes para mantener al bebé bien alimentado hasta que la leche normal empiece a fluir. A partir del tercer o cuarto día tus pechos empezarán a segregar leche en lugar de calostro y la cantidad generada irá aumentando de forma progresiva. Alrededor del día 11 ya tendrás una lactancia perfectamente establecida.
Un bebé sano necesita entre 8 y 12 tomas diarias. Esto puede variar en función de la calidad de la leche materna o de si le das fórmula. La duración de cada toma también es variable y aquí entra en juego, además, la habilidad del bebé para mamar: a medida que coja práctica y aprenda a hacerlo de forma más eficiente, las tomas pueden reducirse de los 45 hasta los 15 o 20 minutos.
Al principio puede que dar el pecho te resulte complicado y un poco estresante. Si es así, no dudes en buscar ayuda y consultar al médico, a la matrona o incluso a una experta en lactancia para que te aconsejen sobre cómo ayudar al bebé a agarrarse al pecho, qué posturas son mejores para ti, etcétera.
La postura más habitual es aquella en la que tu barriga y la de tu bebé están en contacto; con el bebé recostado sobre tu antebrazo, acércalo al pecho de manera que el pezón quede más o menos a la altura de su nariz. Él o ella debería tener el reflejo de succionar y agarrarse al pecho; para garantizar que se alimenta adecuadamente, debería tener en la boca el pezón y también una pequeña parte de la aureola.
Un consejo muy común es que debes darle al bebé leche de los dos pechos, para evitar que se acumule. Esto es correcto, pero con algunos matices: la leche que toma el bebé es muy diferente al principio, a la mitad y al final de la toma. La leche final es mucho más rica en grasa, tiene más nutrientes y es más saciante: lo ideal es que dejes que vacíe totalmente un pecho antes de pasar al otro para aprovechar esta leche más nutritiva.
Es probable, aun así, que los primeros días solo quiera tomar de un pecho porque ya se quedará saciado o saciada con esta leche más grasa. Si esto sucede, deberás empezar la toma con el otro pecho: si vaciaste el izquierdo, la próxima toma tendrá que ser del derecho.
Sueño
Durante su primera semana de vida tu bebé pasará muchísimas horas durmiendo. Pero, desafortunadamente, no todas del tirón para que puedas descansar: se despertará y volverá a dormir muchas veces a lo largo del día. Es normal: todavía está acostumbrándose a la vida fuera del útero. A continuación, te explicamos algunos trucos que te ayudarán a que concilie el sueño más fácilmente.
Ante todo, recuerda que un recién nacido debe dormir siempre boca arriba: así evitarás que pueda ahogarse y, además, diferentes estudios apuntan a que esto ayuda a prevenir la muerte súbita, una condición que se da en una probabilidad de 0’5 casos por cada 1000 bebés nacidos a nivel internacional; también deberías evitar que haya objetos en la cuna, ya sean juguetes o peluches como incluso una almohada.
En los primeros días te ayudará mucho a que concilie el sueño tener un canasto pequeño, donde el bebé se sienta arropado y recogido. Aun así, sus horas de sueño serán bastante irregulares y te despertará muchas veces durante la noche: intenta que tu pareja o algún familiar te ayude si te notas demasiado cansada o si te es imposible conciliar el sueño durante algunos días.
Esta semana la madre...
Es muy probable que en estos primeros días no quieras estar pendiente de otra cosa más que de tu bebé, sin embargo, es muy recomendable que intentes sacar algo de tiempo para cuidarte, respirar y relajarte: la primera semana con un recién nacido es maravillosa, pero si no buscas el momento de tomarte un pequeño respiro, también puede ser agotadora.
En tu kit para los primeros días como mamá puedes incluir:
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Compresas tocológicas. El sangrado de los loquios suele ser muy abundante. Procura cambiarte con frecuencia para evitar posibles infecciones en la episiotomía.
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Braguitas desechables. Te serán muy útiles junto con las compresas tocológicas.
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Gasas estériles para secarte tras la ducha. Son más recomendables que las toallas porque no corres el riesgo de que se queden fibras adheridas a los puntos.
Tanto si has tenido un parto natural como si te han realizado una cesárea sigue estos mismos pasos para que la herida cicatrice bien: lávate con la mano con un jabón neutro, sécate con una gasa dando pequeños toques y procura que la ropa no roce la herida. Pasados 10 días, la matrona te retirará los puntos y podrás empezar a aplicar crema a la cicatriz para que tu piel se recupere correctamente.
Asegúrate de descansar todo lo que necesitas, hidrátate bien y cuida tu alimentación. El parto es agotador y tu cuerpo tiene que recuperarse bien del enorme esfuerzo que supone. Y, aunque tengas la sensación de que hay mil cosas por hacer y por aprender, ten siempre presente que esta primera semana es única e irrepetible: disfrútala al máximo, intenta relajarte y no te preocupes por no ser la madre perfecta desde el primer minuto. ¡Tienes toda la vida por delante para eso
Tu entorno
Así como la nueva mamá puede sentirse abrumada por los acontecimientos, es normal que la pareja, la familia o incluso los amigos más cercanos compartáis ciertos sentimientos de angustia ante la llegada de un recién nacido. Las dudas sobre cómo cuidar al bebé, las expectativas que hemos puesto en esta nueva etapa, la incertidumbre cuando no sabemos cómo actuar ante determinadas situaciones… Compartir todos estos sentimientos ayuda (¡y mucho!) a adaptarnos mejor a todos los cambios que llegan junto con un bebé.
Puntos clave
- Peso idóneo entre 2,5 y 4 kg al nacer.
- Es normal que te sientas abrumada tras el parto. Comparte lo que sientes con tu entorno más cercano y pide ayuda siempre que la necesites.
- Los primeros días el bebé puede estar somnoliento tras el parto.
- Si tu bebé no come cada 3 o 4 horas, visita al pediatra.
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