En la época de los 2 o 3 años, los niños pasan por un periodo de negativismo e independencia que, frecuentemente, se traduce en gritos para llamar la atención o quejarse en forma de berrinches.
Si te hablamos de gritos y de pataletas alrededor de los dos años de tu hijo seguro que te suena familiar. Y es que esta es una etapa importante en los niños que suele ir de la mano de gritos como forma de probar los límites.
Alrededor de los dos años, los niños empiezan a ser conscientes de su propia persona y su lugar en el mundo. Empiezan el largo camino de la autonomía, poniéndola a prueba. Este proceso no siempre es fácil, conlleva momentos de frustración y momentos de reclamar la atención de los padres a través de un nuevo método: los eficaces gritos y el desafío a las normas.
Esta etapa de rebeldía es pasajera, el periodo de adaptación al nuevo escalón que han subido en su crecimiento. No obstante, muchos padres viven frustrados esta temporada de gritos y riñas, sin saber cómo gestionarla.
Es importante ser firme y no ceder a sus caprichos. Este es el momento en que, por primera vez, está probando los límites y su poder para saltárselos. Explícale que gritando no se le entiende y que no le harás caso hasta que hable a un nivel normal.
Con paciencia, resiste el impulso de responder a sus gritos con más gritos. En su lugar, respira y mantén la calma. Esto le servirá también para aprender a ser paciente, ya que verá cómo uno de sus principales modelos, tú, conserva la calma por más que él la pierde.
Intenta no castigarle y, sobre todo, no le insultes, le digas que es malo o gritón. Esto no hará más que convertir algo pasajero en una “cualidad” que tu hijo acabe adoptando.
Etapa vital
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