Especialmente a partir de los dos años, los berrinches de los niños se hacen más o menos habituales. Saber cómo actuar ante estas explosiones se convierte en algo vital para sobrellevar esta etapa.
La etapa en torno a los dos años no es fácil. Los niños empiezan a tomar consciencia de su individualidad y a poner a prueba su recién descubierta autonomía. Esto suele conllevar el poner a prueba los límites impuestos y responder a estos límites en forma de rabietas.
Existen varias formas de actuar adecuadamente ante estas rabietas. Algunos principios básicos son conservar la calma, evitar gritarle o castigarle, intentar desviar su atención, darle algún tiempo para calmarse o decirle que cuando se vaya calmando le escucharás.
Otra técnica posible para calmar a tu hijo, esta corporal, es el método del abrazo. Un abrazo estrecho y de unos 30 segundos (o lo que quieras).
¿En qué consiste el método del abrazo?
Esta respuesta es efectiva porque, por un lado, supone una contención física de la rabieta, lo que también evita que tu hijo se haga daño a él mismo o su entorno. También, supone un consuelo. Dejar que tu hijo llore en tus brazos le permite manifestar sus emociones mientras se siente respaldado por ti en ellas. Le transmite que sus emociones son válidas y que tú estás ahí para ayudarle.
Pero, además, el contacto físico genera sustancias químicas como la dopamina o serotonina, que están estrechamente vinculadas al estado de ánimo y el placer. Es, por tanto, una buena forma de disminuir la ansiedad que pueda sentir tu hijo.
Una vez que desciende la intensidad, podemos aflojar el abrazo, dejando que el niño siga llorando si quiere, pero ya sin la rabia de la pataleta. Podemos también pedirle que nos explique qué siente y por qué se ha puesto así.
¿Qué otras maneras de ayudarle existen?
Algunos consejos sencillos, para empezar a esta edad y que pueden servir de base para edades más difíciles pueden ser:
- En primer lugar, y como en muchas situaciones en educación el mejor remedio es el ejemplo: ser un modelo de calma y evita situaciones de gran conflicto es la primera regla.
- En muchas ocasiones verás que su enfado es solo una manera asegurada de llamar la atención. Si no prestas atención a los malos comportamientos, sino que le transmites que te atraen más sus buenas maneras, pararás su mal comportamiento y le darás menos motivos para portarse mal, potenciando sus buenos momentos.
- Dedica tiempo a actividades relajantes para él: cantarle, escuchar música suave…De este modo conseguirás relajarte tú también.
Poco a poco, tu hijo irá interiorizando la manera de canalizar sus emociones y recuperar la calma en situaciones que le alteran. ¡Tiene un largo camino por delante!
Etapa vital
Referencias
- Murkoff H, Mazel S. Qué se puede esperar el segundo año. Barcelona: Planeta; 2016
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