El ego, o la identificación del yo, empieza a desarrollarse en torno al medio año de los niños. En su última fase de desarrollo, entre los 2 y los 3 años, se suele traducir en frecuentes pataletas y berrinches.
El ego es un concepto psicológico que se refiere al reconocimiento del yo respecto al resto. Es decir, el individuo se reconoce como tal. Se trata de un punto de referencia que todos desarrollamos en la infancia.
En su etapa inicial desde el nacimiento, los bebés no saben diferenciarse a sí mismos del resto del mundo. Se centran en gratificar necesidades inmediatas. Se puede decir que no tienen ego, no se distinguen a sí mismos.
Entorno a los 5 meses, es cuando se inicia el proceso de diferenciación del yo respecto al resto -es decir, se gesta el ego-, un proceso que se desarrolla hasta los 36 meses (3 años).
Esta individualización se lleva a cabo en diferentes etapas, pero la mayoría de padres coinciden en que es especialmente visible entre los 2 y los 3 años. Este periodo corresponde a un momento de exploración del pequeño. Empieza a entender su identidad en el mundo que le rodea y quiere experimentar dicho individualismo, poniendo a prueba los límites que no había percibido hasta entonces.
Son comunes los llantos o berrinches cuando se les niega cualquier cosa. Se trata de un momento de choque, en el que su identidad y su ego ya están formados, pero este entra en conflicto con el mundo de normas o la autoridad de sus padres, al que irán adaptándose según vayan creciendo.
Etapa vital
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