El ojo es un músculo especialmente moldeable en los primeros 7-8 años de vida, de ahí la importancia del diagnóstico precoz para poder corregir de la mejor manera posible las afecciones o dolencias que pueda tener. Acudir de manera periódica a partir de los seis meses a un especialista es la mejor garantía.
El ojo de los niños es especialmente moldeable antes de los 7-8 años, por lo que es importante que tu hijo acuda periódicamente al oftalmólogo para poder detectar cualquier problema o desajuste y poder tratarlo en esas edades, cuando el tratamiento y resultado serán más fáciles de conseguir y evitar que problemas con solución sean irreversibles.
¿Cuándo acudir?
Al nacer, los bebés son sometidos a una evaluación de su capacidad visual, para anticipar el diagnóstico de afecciones visuales congénitas o hereditarias. Después, siguen unos meses en los que la visión del bebé se va desarrollando. Es común que aún no enfoque bien, que a veces bizquee y que su visión sea aun relativamente corta.
Este desarrollo de la visión se produce hasta, más o menos, los seis meses, cuando su capacidad de visión empieza a ser similar a la de un adulto. Por eso, a partir de esta edad se podrían empezar las visitas periódicas al oftalmólogo, sobre todo si hay antecedentes familiares de problemas de visión.
La frecuencia de las visitas, puede ser de un año o dos, dependiendo de lo que observe y recomiende el especialista. Lo importante es mantener una frecuencia y comunicación abierta con el médico especialista sobre dudas, consejos y recomendaciones para lograr la mejor salud ocular del pequeño.
Además, es común que en cada revisión pediátrica del pequeño, el médico también revise sus ojos entre las diferentes pruebas y chequeos protocolarios.
Etapa vital
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